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La disputada herencia del Señor Cayo

   Hoy traemos a la memoria una película verdaderamente "made in Burgos" y encima por burgaleses. Nada más y nada menos que el filme basado en la novela homónima del vallisoletano y Premio Cervantes Miguel Delibes. Hablamos de El disputado voto del Señor Cayo (1986). El director burgalés Antonio Giménez-Rico localizó la acción de la película en los pueblos del Norte de Burgos, a saber Cortiguera, Mazuelos, Poza de la Sal, Orbaneja del Castillo... Se trata de una zona castigada por la despoblación pero que se convirtió en un perfecto plató de cine para el desarrollo de la trama centrada en la desaparición del mundo rural y su sustitución por el mundo urbano e industrial.

  Varios años después de la primera victoria electoral del Partido Socialista, un antiguo militante de base, ahora diputado (Juan Luis Galiardo), recibe la noticia de que un viejo amigo al que nunca llegó a entender , y que fue diputado en la primera legislatura, ha muerto. Una serie de "flash-back" recupera el viaje de campaña que hicieron en 1977, con una compañera (Lydia Bosch) al norte de la provincia de Burgos; el encuentro con los pueblos semiabandonados de la montaña; las conversaciones con él; las dificultades de comprensión. Cada uno de los tres compañeros tiene una idea distinta de lo que significan esas elecciones: uno desconfía del poder y busca lo humano, otro está convencido de la necesidad del triunfo y ella se preocupa por lo que pueden suponer para un cambio de mentalidad con respecto a la mujer. El encuentro con el señor Cayo (Francisco Rabal), más pendiente de la naturaleza y de los datos primarios de la existencia va a poner en tela de juicio las certezas y a potenciar las dudas.
Imagen del rodaje en Mozuelos.
Rodaje en Mazuelos (Páramo de Masa) donde los protagonistas son agredidos por un
grupo de fascistas.
  Antonio Giménez-Rico y Manuel Matji adaptan la novela de Miguel Delibes añadiéndole los fragmentos en blanco y negro que se refieren a la actualidad de los años ochenta, mientras reservan el color para el cuerpo central del relato original: el viaje a la montaña y la relación con el señor Cayo. Es significativo que en la primera escena del Congreso se oiga la voz del propio Giménez-Rico, como diputado de la oposición, criticando la política fiscal de los socialistas, con lo que subraya la distancia transcurrida y el cambio operado entre los 70 (tiempo diegético de la novela)  y los 80 (tiempo diegético de la película).



EL LENGUAJE VISUAL

  El blanco y negro elegido para la "actualidad" es duro, de reflejos metálicos, y se opone frontalmente a un pasado que aparece, en color, como todavía cercano a la naturaleza, a los pueblos y al señor Cayo. Ese contraste entre ciudad y campo es constante en la película, y se refiere más a la diferencia de mentalidad que a los puros rasgos físicos. El viaje electoral a unos pueblos perdidos y medio deshabitados, que se prepara desde la sede en la capital burgalesa sin demasiado interés, casi únicamente por "terminar de colocar todas las chinchetas de colores en el mapa", va a convertirse en un viaje al pasado de España, a las raíces del castellano, a la comprensión de la relación entre el idioma y el modo de entender la vida. La película muestra pocos datos del entorno de Cayo: el paisaje, visto a través de los ojos de los viajeros; el huerto, la tierra, las plantas, cuando habla el señor Cayo; el interior pobre de la casa, la cantina vacía que se llena de vida con las historias que cuenta el anciano. 

Vista desde Cortiguera. | E. M.
Cortiguera (en la ficción Cureña) donde Delibes conoció a una persona en quién se
inspiró para crear al señor Cayo.
No hay interpretación verbal de lo que era la vida en los pueblos, ni del por qué de lo que el diputado llama "éxodo" y el señor Cayo "emigración". Pero esa interpretación viene dada por la oposición entre ciudad y campo, entre lo antiguo y lo nuevo, que hace parecer más sana y natural la figura de Cayo. "Hemos venido a redimir al redentor" dice en cierto momento el diputado. La explotación secular del campo aparece sugerida también en la narración de ciertas anécdotas de la Guerra Civil, y se muestra abiertamente con la llegada de los fascistas para exigir por la fuerza su voto al señor Cayo.

A continuación se ve al señor Cayo, alcalde de un pueblo de tres habitantes localizado en Cortiguera (Cureña en la ficción) que a modo anecdótico también cuenta una escasísima población de una familia y cuyo "municipio/aldea" sigue siendo hoy refugio de políticos en campaña :

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